ZOQUETE.

Dicen que los artículos y columnas firmados por la gente del Movimiento Falangista de España están enfadando a los falangistas, y ello por causa de nuestra honda sinceridad a la hora de calificar determinadas actuaciones, así como a la hora de rechazar determinadas líneas políticas. Sin embargo, eso no es verdad: al menos en lo que a mí concierne todavía no he conocido a ningún falangista al que molesten nuestras posiciones públicas. Es más, todos los falangistas que conozco las aplauden. No olvidéis, además, que nosotros no atacamos personalmente a nadie. No conozco, ni me importa lo más mínimo, ninguna circunstancia relativa a la vida privada de los dirigentes o de los afiliados que critico. Eso del odio y de las animadversiones personales no es más que la monserga reaccionaria de siempre: excusas que se extienden para enmascarar un rotundo fracaso político y unas muy escasas ganas de dar explicaciones a los propios parroquianos.
Y ahora, vaya por delante que yo no quería volver a hablar de la autodenominada Falange Auténtica en una temporada. A mí me aburren terriblemente porque, a la hora de confrontar posiciones, no tienen la gracia de los otros dos grupetes supercheros: no llegan a la esperpéntica altura de un Picó o de un Andrino -constantes voceros de la reacción- y son muy pocas sus tomas de postura respecto de algo. No me negaréis que así es mucho más difícil el enfrentamiento dialéctico.
Sin embargo, y una vez más, me piden un comentario más de la secta de los hombres honrados y libres.
Porque, al hilo de lo que escribía al principio,algunas personas me han afeado que defina como ZOQUETE a Antonio Pérez Bencomo, máximo responsable de los auténticos en cursiva. Me dicen que, preconizando como preconizamos una revolución dentro del falangismo, no podemos pretender comenzarla por medio del insulto.
En primer lugar, tengo que decir que esto de zoquete no es ni insulto ni una alusión directa y personal: lo que estoy exponiendo en el tapete público es la conducta política de estas sectas y de sus responsables. Respecto a mis consideraciones personales hacia Pérez Bencomo ni las tengo ni las voy a tener. No veo al personaje cenando en mi casa o formando parte del círculo íntimo de mis amistades. Nosotros -y aquí hablo en nombre de todos- circunscribimos nuestras críticas al ámbito político: eso es mucho más considerado que lo hacen cotidianamente estas bandas con nosotros.
En segundo lugar, y analizando paso a paso los antecedentes que nuestro protagonista de hoy ha tenido con los integrantes de nuestra pequeña organización, considero que he sido demasiado suave en mis apreciaciones. La definición que nos da internet de la palabra zoquete no puede ser más ilustrativa: aquel que tiene dificultad para comprender las cosas, aunque sean sencillas. Y es que, de una manera extremadamente sencilla, se ha ofrecido a Pérez Bencomo en dos ocasiones la posibilidad de estructurar una respuesta coordinada de los falangistas democráticos frente a la distorsión doctrinal del extremoderechismo usurpador. En dos ocasiones -recuerdo una larga conversación telefónica con el sujeto- se ha ofrecido a este grupo sumar esfuerzos y coordinar medios. La última vez -y quedando fuera yo mismo de cualquier acuerdo para evitar conflictos con los acostumbrados analfabetos funcionales- se llegó a ofrecer la disolución del MFE y la integración de sus miembros en Falange Auténtica. Pérez Bencomo nunca lo ha entendido, a pesar de la extremada sencillez de nuestros planteamientos.
La respuesta a estas ofertas siempre ha sido el insulto, la absurda prepotencia y la cobardía inveterada. Ante esto, triple es la lección que se ofrece a Pérez Bencomo. Una lección sencilla aunque sin duda tendrá dificultad para entenderla:
Las antipatías hacia mi persona no deben entorpecer la marcha de la Revolución ni están por encima de la Falange. Entenderlo de otro modo es profundamente contrarevolucionario.
Resulta obligada -tanto para una organización como para un sujeto individual- la conducta educada y cortés frente a aquellas personas que siempre han sido educadas y corteses, tanto frente a tu organización como hacia tu persona. En otro caso, se producen desequilibrios muy desagradables de muy difícil solución.
La guerrilla siempre marcha al ritmo del más lento: no resulta positivo al adecuado desarrollo de cualquier colectivo humano el que sus líneas de actuación sean las determinadas por indigentes intelectuales sin la adecuada preparación.
Por todas estas cosas, creo que este Año Nuevo 2.022 marcará la absoluta desaparición de este grupúsculo. En eso estamos y a eso dedicaremos todo el tiempo del que seamos capaces. FELIZ AÑO NUEVO.