UNA OFERTA SENCILLA Y PRACTICABLE. SOBRE LA PROPUESTA DEL MFE DE ACTUACIÓN COORDINADA
![](https://9b576eb312.cbaul-cdnwnd.com/bf1f249d8d6da5f5fa040d4c1872ba4d/200000563-869e7869e9/COORDINACION%20II.jpg?ph=9b576eb312)
Pese a lo que pudiera parecer, no están de moda los enfrentamientos cainitas entre los falangistas. No siguen el ritmo de los tiempos que corren las descalificaciones ciegas o las enemistades enquistadas y yermas. Por eso, y aunque aparecen de vez en cuando como setas de temporada, estos improperios vejatorios y estas riñas tumultuarias ya no constituyen más que hechos aislados, en todo separados del sentir general de nuestra gente. Porque pasó el tiempo de las inoperantes y conflictivas rivalidades y de los choques gratuítos e inútiles.
En cambio, existe el parecer común dentro del nacionalsindicalismo de que es momento de conversar, de acercar posiciones y de -a ser posible- llegar a acuerdos positivos. Se trata de una sensación cierta y palpable que está discurriendo de manera fluída entre nuestras organizaciones y entre el conjunto general de nuestros conmilitones. Han quedado profundamente aisladas -más pasadas de moda que un jersey de grecas- aquellas posiciones de hostilidad irreductible capaces de enturbiar esta corriente de acercamientos constructivos.
Sin embargo, y aunque se ha hablado mucho sobre la realidad de este nuevo escenario en nuestro entorno, y a pesar también de que existe una exigencia urgente de armonizar esfuerzos y recursos dispersos a causa de la caótica y confusa situación política española, nadie había dado todavía un primer paso conducente a alcanzar alguna forma de colaboración eficaz entre nosotros. No se trata de caernos todos bien porque eso, sencillamente, es imposible. Tampoco de que todos estemos de acuerdo sobre cuestiones circunstanciales y tácticas de tal o cual partido, porque eso es también inviable. Se trata de trabajar juntos, y de tener la suficiente cintura política como para conseguirlo.
Por esta razón, y desde la Junta Nacional del Movimiento Falangista de España, se ha lanzado la propuesta de creación de un inicialmente llamado órgano de coordinación que acometa, con el concurso de la mayor representatividad posible dentro del nacionalsindicalismo, la realización de un conjunto de tareas que -aunque muy sencillas y elementales- tiendan a conformar, de un modo muy práctico, un instrumento político de encuentro entre nuestros distintos sectores.
Partiendo de la base de la innegable diversidad de nuestros planteamientos políticos y organizativos -allá cada cual con el orden que pone en su Casa- no estamos propugnando complicadas fusiones entre partidos distintos o entre organizaciones separadas. Del mismo modo, tampoco pretendemos articular un complicado modelo de integración de las personas actualmente sin encuadrar en formaciones falangistas ya existentes. No pedimos nada especialmente embrollado o árduo.
Lo único que nosotros estamos diciendo es que es posible crear un sencillísimo foro de encuentro con una, por ahora y sin más pretensiones, triple finalidad que intento exponeros brevemente:
Servir de lugar de convergencia entre nosotros de manera periódica y continuada. Institucionalizar el diálogo y el cambio relajado de impresiones cada cierto tiempo. No es muy difícil imaginar las ventajas políticas que ello tendría para todos: desde coordinar campañas e intercambiar experiencias hasta poner inmediato término a conflictos entre falangistas que pudieran surgir por alguna causa concreta.
Elaborar unas muy sencillas normas de régimen interno. En principio, nosotros no establecemos normas sobre el número exacto de representantes o sobre si pueden concurrir a este órgano todas las entidades colectivas que graviten en la órbita de una organización determinada -el partido, el sindicato, la rama juvenil o la universitaria- o si debe acudir tan sólo uno en nombre de todas. Tampoco decimos nada sobre si caben representantes de otros colectivos de fuerza pujante -por ejemplo, de los Grupos de Facebook de existencia real y contrastada o de las editoriales que editan nuestros libros o de nuestros medios de comunicación con mayor número de lectores- o si deben acudir también de forma separada las delegaciones territoriales de estos partidos, amén de las distintas personas e individualidades que -por una trayectoria política sólida dentro de nuestro entorno- tengan pleno derecho a formar parte de esta entidad. Nada sobre votaciones, forma de los debates, presidencia y demás. Todo esto -que es muy sencillo de organizar- debería ser establecido y acordado por los integrantes de esta iniciativa en sus reuniones iniciales.
Redactar una carta conjunta que, de manera consensuada, establezca nuestra postura política en estos momentos confusos de la vida española. Una sola voz en medio de este desbarajuste que demuestre, entre otras cosas, que los falangistas estamos vivos y que seguimos siendo capaces de ofrecer soluciones y de hacer cosas juntos.
Estos serían los primeros pasos. Posibilidades posteriores más complicadas, como por ejemplo posibles coaliciones y demás acuerdos políticos, redefiniciones ideológicas u organizativas o búsqueda conjunta de fuentes de financiación, creemos que son actualmente irrealizables. Estas posibilidades se irían desarrollando de manera gradual y siempre que este instrumento funcionara. Y, desde luego, no nos cabe la menor duda de que si existe una manera adecuada de emprenderlas es a través de este instrumento.
Esto es todo: ni más ni menos. Sin exclusiones de ninguna clase y apartando estúpidas rivalidades. Y sin creernos poseedores de ninguna fórmula mágica de carácter infalible o irrebatible. Las líneas rojas y la imposibilidad de alcanzar pactos provechosos deberían de quedar circunscritas a los partidos de la monarquía partitocrática, pero no aplicarse al nacionalsindicalismo. Estamos moralmente obligados a llegar a alguna clase de acuerdo y trabajar así más cabalmente por la Revolución. El escenario político y social español así nos lo está exigiendo de manera desesperadamente urgente.
El que tenga una idea mejor, por supuesto, que la exponga y que la defienda. Pero alguien tenía que dar el primer paso en esta situación favorable de posibles acuerdos, y nosotros hemos decidido romper el fuego con esta propuesta sencilla y practicable. Hemos iniciado los contactos oportunos y nos hemos dado el plazo de un mes para saber si se puede tirar hacia adelante de esta idea. Por nosotros no va a quedar.