TAMAMES Y LA MOCIÓN DEL HOTEL BOTÁNICO
Se ha insistido mucho en el carácter de antiguo comunista de Ramón Tamames. Haciendo gala de ello, el mismo VOX utiliza el pasado de su candidato a la Presidencia del Gobierno como medio de acreditar la ausencia de sectarismo en sus iniciativas políticas. Sin embargo, y tomando como base la manera en la que el PCE supo aglutinar a gran parte de los opositores al franquismo, supongo que Ramón Tamames nunca tuvo gran cosa de comunista. Yo nunca le tuve por tal, y aún en su etapa de militancia activa bajo la hoz y el martillo. Desde que tengo memoria -y después de leer su enciclopédica y magistral Estructura Económica de España- recuerdo a Tamames como firme defensor del libre mercado y de un modelo capitalista más o menos intervenido. El PCE de la Transición había perdido todo rastro de marxismo-leninismo, y se debatía en el oscuro pozo de la aceptación de la monarquía y de la bandera rojigualda, de la adhesión a la Constitución de 1.978 y del cómodo y traidor pactismo de sus viejos y amaestrados líderes históricos. Por eso, el candidato de VOX coincide con Pedro Sánchez en sus creencias íntimas y fundamentales: el sostenimiento del modelo monárquico oligárquico del Régimen vigente y la defensa a ultranza del sistema capitalista y de sus distintos instrumentos de opresión. Para todos aquellos que pretendemos una transformación profunda y sincera de la vida española, esta moción carece de cualquier clase de interés político: una historieta más de este guiñol siniestro que fundamenta el anticuado parlamentarismo que sustenta el capitalismo en España.
Ahora todo el mundo parece haber conocido -en algún momento de su vida- a Ramón Tamames. Los distintos medios de comunicación han llenado minutos y minutos con personas que han tratado con el personaje: que han intercambiado con Don Ramón puntos de vista o conversaciones más o menos profundas. Pues mirad por dónde -Damas y Caballeros- yo también he conocido a Ramón Tamames.
Corría el caluroso verano del 2.010. Mi vida se abría a nuevas perspectivas después de un divorcio y de un giro profesional y todo mi horizonte -se mirara por dónde se mirara- estaba tachonado de incertidumbre y de inquietud. Vivía entonces en el maravilloso Hotel Botánico de San Lorenzo de El Escorial. Era un lugar muy especial para vivir, y me apenó mucho saber que había cerrado años después porque, entre sus paredes de piedra, habían transcurrido unos meses inolvidables y únicos de mi trayectoria personal. Con sus luces y con sus sombras -y aunque yo no me diera cuenta entonces- aquello estaba dando forma, mediante sus acontecimientos cotidianos, a lo que ha resultado ser mi vida después.
Y decíamos que aquel caluroso verano de 2.010 yo bajé a desayunar a un comedor vacío. Calculo que debía ser un día entre semana. Sólo un caballero -elegantemente vestido con un pañuelo al cuello y leyendo un periódico- se tomaba un café con leche en una mesa tan solitaria como la mía. En efecto: era Don Ramón Tamames. Después de un protocolario buenos días, y sin proponérmelo en forma alguna, me encontré envuelto en una profunda conversación tete a tete que giraba en torno a la calidad del queso que ofrecía el hotel, a la debilidad de la economía imperial de los Austrias, al carácter sefardita de mi apellido -¿se toma Usted otro café conmigo Sr. Toledano?- a las recomendaciones por mi parte de restaurantes de la zona y a la indiscutible grandeza del gobierno de Felipe II a pesar de la mentira histórica de la leyenda negra. Volví a revivir ese desayuno -olvidado en el cada vez más polvoriento desván de mi cerebro- una y otra vez cuando se anunció el sainete ibérico -tan ibérico como el queso que tanto le gustaba- de la nueva moción de censura de VOX frente al Gobierno del incombustible Pedro Sánchez.
Esta iniciativa política -muy propia de Santiago Abascal y de su manera estrambótica de entender la oposición- no ha servido para nada desde un punto de vista político. Para nada -por supuesto- que no sea la revalorización de la escueta propuesta electoral del guapo Sánchez o de fortalecer el liderazgo de Yolanda Díaz dentro de su muy particular competición contra los podemitas. Sin embargo, y durante unos días, mis recuerdos volvieron a aquella Habitación 21 del Hotel Botánico y a aquella vida nueva que comenzaba a esbozarse sobre las ruinas del pasado. Tamames no sólo me llevó otra vez a aquel desayuno surrealista, sino a la propia memoria de aquello que hemos sido y de las circunstancias que nos han hecho como somos: al momento en que, todavía y de forma difusa, teníamos una vida apasionante por vivir. Ya véis. Igual que la magdalena de Proust pero sin calorías.