TAMAMES Y LA MOCIÓN DEL HOTEL BOTÁNICO

25.03.2023

Se ha insistido mucho en el carácter de antiguo comunista de Ramón Tamames. Haciendo gala de ello, el mismo VOX utiliza el pasado de su candidato a la Presidencia del Gobierno como medio de acreditar la ausencia de sectarismo en sus iniciativas políticas. Sin embargo, y tomando como base la manera en la que el PCE supo aglutinar a gran parte de los opositores al franquismo, supongo que Ramón Tamames nunca tuvo gran cosa de comunista. Yo nunca le tuve por tal, y aún en su etapa de militancia activa bajo la hoz y el martillo. Desde que tengo memoria -y después de leer su enciclopédica y magistral Estructura Económica de España- recuerdo a Tamames como firme defensor del libre mercado y de un modelo capitalista más o menos intervenido. El PCE de la Transición había perdido todo rastro de marxismo-leninismo, y se debatía en el oscuro pozo de la aceptación de la monarquía y de la bandera rojigualda, de la adhesión a la Constitución de 1.978 y del cómodo y traidor pactismo de sus viejos y amaestrados líderes históricos. Por eso, el candidato de VOX coincide con Pedro Sánchez en sus creencias íntimas y fundamentales: el sostenimiento del modelo monárquico oligárquico del Régimen vigente y la defensa a ultranza del sistema capitalista y de sus distintos instrumentos de opresión. Para todos aquellos que pretendemos una transformación profunda y sincera de la vida española, esta moción carece de cualquier clase de interés político: una historieta más de este guiñol siniestro que fundamenta el anticuado parlamentarismo que sustenta el capitalismo en España.

Ahora todo el mundo parece haber conocido -en algún momento de su vida- a Ramón Tamames. Los distintos medios de comunicación han llenado minutos y minutos con personas que han tratado con el personaje: que han intercambiado con Don Ramón puntos de vista o conversaciones más o menos profundas. Pues mirad por dónde -Damas y Caballeros- yo también he conocido a Ramón Tamames. 

Corría el caluroso verano del 2.010. Mi vida se abría a nuevas perspectivas después de un divorcio y de un giro profesional y todo mi horizonte -se mirara por dónde se mirara- estaba tachonado de incertidumbre y de inquietud. Vivía entonces en el maravilloso Hotel Botánico de San Lorenzo de El Escorial. Era un lugar muy especial para vivir, y me apenó mucho saber que había cerrado años después porque, entre sus paredes de piedra, habían transcurrido unos meses inolvidables y únicos de mi trayectoria personal. Con sus luces y con sus sombras -y aunque yo no me diera cuenta entonces- aquello estaba dando forma, mediante sus acontecimientos cotidianos, a lo que ha resultado ser mi vida después.

Y decíamos que aquel caluroso verano de 2.010 yo bajé a desayunar a un comedor vacío. Calculo que debía ser un día entre semana. Sólo un caballero -elegantemente vestido con un pañuelo al cuello y leyendo un periódico- se tomaba un café con leche en una mesa tan solitaria como la mía. En efecto: era Don Ramón Tamames. Después de un protocolario buenos días, y sin proponérmelo en forma alguna, me encontré envuelto en una profunda conversación tete a tete que giraba en torno a la calidad del queso que ofrecía el hotel, a la debilidad de la economía imperial de los Austrias, al carácter sefardita de mi apellido -¿se toma Usted otro café conmigo Sr. Toledano?- a las recomendaciones por mi parte de restaurantes de la zona y a la indiscutible grandeza del gobierno de Felipe II a pesar de la mentira histórica de la leyenda negra. Volví a revivir ese desayuno -olvidado en el cada vez más polvoriento desván de mi cerebro- una y otra vez cuando se anunció el sainete ibérico -tan ibérico como el queso que tanto le gustaba- de la nueva moción de censura de VOX frente al Gobierno del incombustible Pedro Sánchez.

Esta iniciativa política -muy propia de Santiago Abascal y de su manera estrambótica de entender la oposición- no ha servido para nada desde un punto de vista político. Para nada -por supuesto- que no sea la revalorización de la escueta propuesta electoral del guapo Sánchez o de fortalecer el liderazgo de Yolanda Díaz dentro de su muy particular competición contra los podemitas. Sin embargo, y durante unos días, mis recuerdos volvieron a aquella Habitación 21 del Hotel Botánico y a aquella vida nueva que comenzaba a esbozarse sobre las ruinas del pasado. Tamames no sólo me llevó otra vez a aquel desayuno surrealista, sino a la propia memoria de aquello que hemos sido y de las circunstancias que nos han hecho como somos: al momento en que, todavía y de forma difusa, teníamos una vida apasionante por vivir. Ya véis. Igual que la magdalena de Proust pero sin calorías. 

Pedro Peregrino - Calle la provincia 5. Burgos. 09128
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