RUSITOS
Llevamos años manteniendo una verdad muy sencilla. Una verdad que, alejada de los complicados análisis geopolíticos al uso, confluye meridianamente clara en la cuestión de Ucrania. Y es que existe un país en Europa -Ucrania- que no quiere pertenecer a la esfera de influencia de otro -Rusia- y que ha manifestado reiteradamente esta voluntad no sólo en una sucesión constante de procesos electorales libres, sino también con la fuerza incontestable que otorga la sangre derramada por sus hijos. Porque -esto se olvida muy a menudo por esta nueva caterva mediática de opinadores y tertulianos- Ucrania está en guerra con los rusos desde 2.014: cuando, ante la indiferencia absoluta de la opinión pública occidental, los ucranianos defendieron su Patria -sin más recursos militares que su valor y su tenacidad- frente a la conquista militar rusa de Crimea y de parte de sus territorios del Este.
Llevamos lustros manteniendo una verdad muy sencilla. Que existe un Estado agresor, militarista, imperialista, dictatorial y ajeno a cualquier forma de convivencia aquietada respecto a sus vecinos. Y que existe un Estado tranquilo, democrático, pacífico y respetuoso con el orden internacional que quiere seguir siendo libre sin interferencias extranjeras. Rusia y Ucrania. Así de sencillo y así de difícil.
No es tan fácil para todo el mundo. Por ejemplo, Norberto Pico -uno de los más reputados rusoadictos del entorno político pseudofalangista- está hecho todo un rashyst. En slang ucraniano, está palabra significa, más o menos y en una traducción muy libre, colaborador fascista de los rusos. El 25 de Febrero de 2.022 -y sin inmutarse el tío lo más mínimo- escribe esta perla rashyst en el Twitter oficial del grupo ultra Falange Española de las JONS: pueblo ucraniano, el ruso y también Europa pagan ya las consecuencias del expansionismo militar de la OTAN y la irresponsabilidad egoísta de Biden. Una guerra que no comienza ahora sino que empezó hace 8 años con el golpe de Estado en Ucrania impulsado por la UE.
Para Norberto Pico -nuestro particular rosiyanchyk- la culpa de acumular más de ciento treinta brigadas en las fronteras de Ucrania, de lanzarlas sobre tu vecino en varias columnas blindadas al norte, al sur y al este, de bombardear sus infraestructuras y sus ciudades y de empujar a un éxodo forzoso a millones de refugiados, es de Biden y de la OTAN. Si no fuera por la gravedad de lo que está ocurriendo os juro que lloraría de risa. Frases como expansionismo militar de la OTAN o calificar de golpe de Estado la Revolución de Maidan forman parte de la rica lista de tópicos dictatoriales de la Rusia de Putin. Me ha gustado mucho también -verdadera muestra de la patología putinesca del autodenominado Jefe Nacional- como equipara el sufrimiento de los pueblos ruso, ucraniano y europeo: un razonamiento que cae de lleno en la lógica fejonera de la vida porque, como sabe todo el mundo que no se deja convencer por la propaganda estadounidense y atlantista, es igual bombardear que ser bombardeado y es igual querer practicar una blitzkrieg sobre tu vecino que sufrirla. Está hecho todo un rusito nuestro Norberto. Y es que los prorusos se dividen en tres categorías muy diferenciadas: los que cobran de Rusia, los que quieren cobrar y los que se lo creen. Conociendo la trayectoria de este concreto rashyst debe ser de los que se lo creen. Tipos de rusitos. Tipos de rashysty.
En una cosa no miente Norberto: en los sufrimientos del pueblo ruso. Porque existen dos clases de rusos que no están tan encantados con Putin como lo está Norberto Pico. Por ejemplo, sufren esos soldados rusos de reclutamiento obligatorio que son lanzados contra el enemigo sin gasolina, sin instrucción, sin moral y sin municiones. Esos rusitos que están sufriendo miles de bajas a manos del Ejército libre -de un pueblo también libre- que está luchando por la libertad de todos. Como también sufren todos aquellos rusos que no quieren ni a Putin ni a su Régimen ni a Duguin. Esos maravillosos rusos que -apaleados, encarcelados, envenenados y reprimidos- no quieren ser un rashyst como lo es Norberto Pico.