REVISANDO NORMA RAE
Publicado en el Núm. 195 (ÉPOCA II) de "La Gaceta Escurialense".

Viejas películas que crees olvidadas dan -mucho más a menudo de lo que pueda parecer- grandes alegrías al revisarlas pasado el tiempo. Eso es lo que me ha ocurrido hace muy pocos días con la fantástica NORMA RAE rodada, nada más y nada menos, que a finales de los años 70. Dirigida por Martin Ritt en 1.979, supuso el Oscar a la Mejor Actriz de Sally Field. Fue candidata también al Oscar a la Mejor Película, pero fue desbancada por la lacrimógena Kramer contra Kramer. A la larga, resulta que hay películas que envejecen más -y peor- que otras, aunque estén -en su momento- debidamente oscarizadas. Y es que a pesar de que NORMA RAE es hija furiosa de su tiempo -ese progresismo peculiar que sacudió la sociedad americana en la Era Carter y que comprendemos tan mal a este lado del Mar- no ha perdido vigencia en estos tiempos de recesión y de insolidaridad laboral.
La estructura de NORMA RAE es, al menos en apariencia, muy sencilla. Norma Rae Webster es una madre viuda que vive, junto a sus padres y tres hijos, en un pequeño pueblo del Sur de los Estados Unidos. Sociedades cerradas y concepciones machistas de la vida. Toda la familia -al igual que todo el pueblo- trabaja en una fábrica textil en la que brillan por su ausencia las condiciones laborales más elementales. La vida social de ese pequeño pueblo gira en torno a esa industria algodonera, y da la impresión que así ha sido durante tiempo inmemorial sin posibilidad alguna de cambio. La vida de Norma Rae gira en torno a ese monótono trabajo, y también alrededor de las aventuras -más o menos facilonas- que tiene con distintos hombres del pueblo. Parece que no hay más cosas en los horizontes vitales de Norma Rae, aunque -casi en el acto- podemos ver en ella a una rebelde. A una mujer que no se encuentra demasiado satisfecha con la vida que le ha tocado en suerte en esta tómbola.
Comienza entonces un viaje interior que llevará a Norma Rae a su propio descubrimiento personal. Ella se encontrará a si misma a partir de la lucha sindical. Yo soy yo a través de los demás. El viejo aforismo de lucho luego existo... o la más que evidente posibilidad de desarrollo individual sobre la base de una lucha colectiva. Llega al pueblo un experimentado sindicalista desde Nueva York -es el personaje de Ruben interpretado por Rob Leibman- con la misión de constituir el Sindicato de Trabajadores Textiles dentro de la todopoderosa empresa algodonera a la que todos -en mayor o menor medida- están vinculados. Comienza entonces la apasionante andadura vital de la protagonista, ya que Norma Rae decidirá colaborar con el sindicalista forastero para la constitución del Sindicato en su pequeño pueblo y en su empresa.
A partir de ahí, Norma Rae crecerá en una doble dirección. En una dimensión estrictamente personal, caracterizada por el descubrimiento de un mundo humano y cultural completamente nuevo. Será consciente de sus plenos derechos como mujer, y se replanteará su papel dentro de la familia y -en general- dentro de la sociedad. La protagonista se casa a lo largo de la historia pero, en un interesantísimo detalle dentro de este guión complejo, la vemos evolucionar completamente dentro de su rol de esposa y madre. Temas tan actuales como los malos tratos o la posición de la mujer en las relaciones interfamiliares se plantean a lo largo de la cinta. De otro lado, y al asumir como propia la lucha sindical por la elevación del nivel de vida de sus compañeros de trabajo, asistiremos a un crecimiento interior de Norma Rae exclusivamente entendido respecto a su relación con los demás. De como la lucha por una causa justa puede dar sentido profundo a nuestras vidas.
En la película asistiremos a la lucha que dos personas -absolutamente en soledad- plantean frente a una todopoderosa empresa. Un sindicalismo comprometido que lucha por la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores próximos. Al principio, enfrentados no sólo con la propia patronal, sino también con la indiferencia y la insolidaridad de los mismos trabajadores. Poco a poco, Norma Rae y Ruben irán rompiendo el cerco e irán sumando apoyos a su causa. Y ello sin ningún efectismo. No hay golpes de efecto en la película. El Sindicato se fortalece lentamente... y exclusivamente a raíz del político trabajo cotidiano y constante. Vamos viendo como -día a día y a través de detalles a veces insignificantes- la pareja protagonista va ganando esta difícil batalla de la implantación sindical. Porque la película nos ofrece un excelente ejemplo de cómo puede orientarse una lucha política estando en radical e insalvable minoría. Horas de trabajo, firmeza en los planteamientos y objetivos posibles y próximos.
Las fuerzas sociales minoritarias tan sólo pueden tirar de teléfono y de agenda, y consolidarse poco a poco en el entorno directo en el que se desenvuelven. En esta película, podemos ver como se va creando el Sindicato en la empresa por medio de una infatigable labor puerta a puerta, siempre a través de contactos personales que, una vez sumados al esfuerzo común, van llevándote -a su vez- a otros. Un trabajo gris de consolidación entre amigos, vecinos y compañeros de trabajo que -extendiéndose entre la capa social al que se dirige- consigue finalmente el fin sindical perseguido. Todo un ejemplo para nosotros -los falangistas- que partimos siempre de nuestra situación minoritaria -y eso en el mejor de los casos- a la hora de encarar nuestra actuación política. Y que no siempre encaramos con el realismo necesario a nuestras circunstancias reales y efectivas.
Norma Rae nos ofrece un ejemplo personal de positiva disconformidad con el mundo que nos rodea. Una guía de superación personal optimista que, además, no aburre en absoluto durante las dos horas de proyección. Un maravilloso trabajo de Sally Field y una película que -lejos de haber envejecido mal- nos muestra todo un manual político de actuación dentro de una sociedad capitalista en recesión. No os la perdáis.