MANUEL ANDRINO SE HACE UN LANDSBERG.
Para todos aquellos de nosotros que hemos llegado a nuestra concepción actual del falangismo a través de un doloroso camino de desengaño, de crítica y de estudio, nos hace padecer una profunda vergüenza el circo de tres pistas desarrollado este último fin de semana en Madrid y en Alicante. Eso no es falangismo. Esos no somos nosotros: los falangistas. Porque esa confusa mezcla de indecente griterío, de parafernalia chabacana, de cutre militarismo, de bengalas ardientes, de discursos de odio y de rostros desafíantes no tiene absolutamente nada que ver ni con el profundo sentido del sacrificio personal de José Antonio ni con los ejes fundamentales de su propuesta política.
Esas poses y ese esperpento fascista nos dan vergüenza. Vergüenza propia -que no ajena- porque sus ejecutores utilizan nuestros mismos colores y enarbolan nuestras mismas banderas: uno de los timos políticos más logrados del doloroso Siglo XX español, y que encuentra su insólita continuación en lo que llevamos de Siglo XXI. El timo de una fuerza política original e innovadora que se ve suplantada por una opción reaccionaria y estéril.
Cuenta Ian Kershaw que Hitler, lejos de reflexionar detenidamente sobre las causas que le habían llevado a la Prisión de Landsberg, utilizó esta privación de libertad para el fomento del culto a su personalidad: para extender una idea prefabricada de sí mismo como líder indiscutible y único del nacionalsocialismo. Si al final Manolo Andrino entra en la cárcel, me temo que tampoco ello servirá para que reflexione sobre los motivos de su encarcelamiento y sobre la necesidad de poner fin a estas actuaciones delictivas.
Hace muchos años -cada vez queda menos gente en nuestro entorno que lo haya vivido o que lo recuerde- organizamos una gran rebelión interna contra nuestro entonces Jefe Nacional en La Falange José Fernando Cantalapiedra. El motivo de esta insurrección dentro del partido no era otra que el intento del mencionado de aproximarse a la extrema derecha mediante un modelo de Frente Nacional. Los falangistas nos opusimos a ese tipo de acercamientos desde nuestro partido, y una de las consecuencias de esta lucha resultó -oh sorpresa de sorpresas- el nombramiento de Manuel Andrino Lobo como Presidente de La Falange en 2.007. Algunos de los que le pusimos allí creíamos, con toda la buena fe de la que éramos capaces entonces, que este nombramiento era un veto permanente al fascismo. A medio plazo, el resultado fue el contrario.
Desde luego, si alguien nos hubiera dicho entonces el resultado que iba a dar Manuel Andrino, hubiéramos impedido esta elección. Pero entonces todo eran sonrisas, palmetadas en la espalda, falsa emoción contenida y promesas eternas de ortodoxia. Sin embargo -y sin lamentar en nada lo que pudo haber sido y no fue- Manolo Andrino se ha convertido en un símbolo de la ultraderecha más rancia: lo mismo te da una conferencia con José Luis Roberto , que te ensalza el gran trabajo de España 2.000, que te empapela Madrid con carteles de Roberto Fiore o que te encabeza un desfile ridículo entre camisas fuera de talla y barrigones cerveceros.
Por eso mismo, el Landsberg de Manolo Andrino tan sólo va a servir para fortalecer sus resortes de poder personal dentro de la ultraderecha. Evocaciones del nazismo histórico dentro de un indisimulado neonazismo. Creo que -desde hace ya muchos años- nadie con responsabilidad dentro de La Falange está mínimamente preocupado por algo que no sea alcanzar el liderazgo de un proyecto de extrema derecha populista y ultra. Y si para eso uno tiene que ir de la mano de los líderes españoles y europeos de la ultraderecha o de todo aquel que enarbole con donaire una bandera rojigualda, pues se hace: y si se tiene que atacar vandálicamente una Librería, tirar al suelo una senyera y atropellar a unos cuantos ancianos, pues también. Y todo con el aval blanqueante de Falange Española de las JONS. Andrino va a afianzar en la cárcel su carisma dentro de este ambiente político -igual que hizo Adolf Hitler- pero, al menos, no nos castigará escribiendo un libro.