LA ÚLTIMA COLUMNA DEL AÑO
Publicado en el Núm. 55 (ÉPOCA II) de "La Gaceta Escurialense".

Poco a poco, han ido pasando las semanas. Una semana tras otra, nuestras Columnas han llenado las páginas de esta Gaceta Escurialense con ideas y reflexiones que, en mayor o menor medida, han contribuído a fomentar el pluralismo y el debate abierto dentro de nuestro pequeño mundo. Diálogo e interpretación personal de la concreta actualidad: esas son las claves de nuestra publicación. Esta es la última Columna del año, y se me ocurren algunas reflexiones antes de desearos, a todos, un Feliz Año Nuevo.
Termina un año 2.006 pródigo en Crónicas Zapateras, al decir de mi admirada Liliana Ruíz. Y es que, desde luego, ha sido el año de las iniciativas socialistas de distinto pelaje y condición. Unas muy acertadas (por ejemplo, y al estar en la buena dirección de una acción social positiva, las concernientes a sectores sociales desfavorecidos: mayores, mujeres maltratadas...) pero, casi siempre y por desgracia, desacertadas, ofensivas y tremendamente peligrosas para la estabilidad nacional. A lo largo de estos doce meses, hemos hablado de la Memoria Histórica, del proceso de paz frente a los pistoleros nacionalistas vascos, el pacto con el separatismo catalán, el fenómeno de la inmigración fuera de control y varios más de la misma, o parecida, entidad.
Si algo tuviera que caracterizar el año que nos deja, es en la existencia de una ofensiva en toda regla sobre la idea de una España unida y solidaria. Me resisto a creer -por contra de lo que opinan muchos corifeos de este estado de cosas- que este ataque planificado se produzca exclusivamente frente a una determinada concepción de España. Y ello porque está dirigido y estructurado por los mismos enemigos de siempre. Por aquellos entre cuyos objetivos políticos siempre ha estado la eliminación y extinción de España. Lo verdaderamente grave, lo que ha distinguido a este ataque de los realizados anteriormente, es el apoyo institucional que, desde el mismo Partido del Gobierno, se ha ofrecido a estos movimientos disgregadores de la idea nacional. De esta forma, los socialistas se han convertido en el caballo de troya de la eliminación física de España, ofreciendo cobertura política tanto a los independentistas catalanes como a los asesinos nacionalistas vascos.
A cambio de este giro político... ¿hemos obtenido una España más justa? ¿tendremos una España menos unida pero más solidaria? Mucho nos tememos que no. Aumenta el desquilibrio entre nuestros distintos ámbitos territoriales. La inmigración -legal o ilegal- está haciendo saltar en mil pedazos las conquistas sociales del trabajador español. Después de lustros de combate en las fábricas y en las calles por la conquista y asentamiento de un status quo en los derechos de la clase obrera, emerge en España una mano de obra barata y sumisa: ha surgido un nuevo -e inesperado- obrero, que recuerda diariamente a los trabajadores españoles que ya es posible trabajar más horas por salarios más bajos y, además, no protestar por ello. Sectores punteros españoles -tales como la hostelería o la construcción- se aprovechan, sin tapujo ni pudor alguno, de este nuevo estado de cosas. Un inesperado regalo para estos empresarios que, de golpe y porrazo, se han visto favorecidos por una vuelta al año 1.900. Y eso en el mejor de los casos porque, como también se ha visto, existe una clase de trabajador directamente ilegal: el sin papeles. Aquí, algunos empresarios españoles se han visto favorecidos en grado sumo por la fortuna, ya que no se vuelve al año 1.900, sino al Imperio Romano y a las formas de trabajo esclavistas. En un caso y en otro, existe un manifiesto perdedor en esta pugna: el trabajador español y, en definitiva, la sociedad española.
Vivienda, corrupción municipal, tipos de interés, beneficios bancarios... lo de siempre. Menos unidad y menos solidaridad: más pobres y abismos económicos interclases.
Sin embargo, todo este panorama nos ha traído una consecuencia positiva y esperanzadora: una respuesta cívica organizada. Es decir, el fortalecimiento de resortes de resistencia social y política a la cual -y lo digo con orgullo y barriendo para Casa- La Falange ha contribuído poderosamente. Y nos nos cansamos de decirlo, una y otra vez y aunque sea la última Columna del año: ¡¡¡A LA CALLE QUE YA ES HORA!!! A organizar ofensivas políticas que desemboquen en una España más unida, solidaria y justa. Sin complejos. Ellos no tienen ninguno a la hora de manifestar su odio a España, o de anunciar sus proyectos separatistas e injustos. A luchar sin complejos, anunciando en voz alta la buena nueva de un verdadero renacimiento de la idea nacional.
A todos, FELIZ 2.007.