LA RUSOFOBIA

06.05.2023

Se ha montado una buena con la participación en el reality SUPERVIVIENTES de una chiquita rusa. Se decía que, no constando condena alguna de la modeluki en cuestión al Régimen de Putin, su participación en este concurso constituía una suerte de blanqueo de aquellos amplísimos sectores de la sociedad rusa que -en la actualidad- apoyan el militarismo de Moscú. La niña ha sido expulsada por robar comida. Parece cómico que, de esta forma, se cumpla uno de los prejuicios y lugares comunes occidentales sobre los rusos en combate: el robo y saqueo sistemático de supermercados, tiendas y casas particulares en busca de los alimentos que su pobrísima logística no les proporciona. Robar comida en definitiva, al igual que ha hecho esta rusita en el Concurso. Katerina Safarova se llama esta guapísima modelo.

Releía hace poco el estremecedor libro "Una Mujer en Berlín (Anotaciones de un Diario de Abril a Junio de 1.945"). Esta obra es absolutamente recomendable por muchos y varíados motivos. Sobre todo, el de mostrar sin concesiones los efectos que la guerra tiene en los más débiles: las personas que se han quedado en retaguardia y que sufren los excesos de un ejército invasor. En este caso, el Ejército Ruso. Y decía que resulta estremecedor porque la conducta del Ejército Ruso en la Alemania de 1.945 resulta curiosa y pavorosamente coincidente con las actuaciones desarrolladas por el Ejército Ruso en la Ucrania de 2.023. Violaciones, robos, saqueos, asesinatos y desinformación jalonan los hitos de la ocupación rusa de Alemania en 1.945, de manera similar a los que marcan la actual conquista del territorio ucraniano ocupado.

Si los Ejércitos son el reflejo de la sociedad a la que sirven, todo esto no sería más que la prueba de una escasa evolución de la sociedad rusa durante los últimos decenios. Me resisto a creer en ello: pienso que debe haber algún atisbo de progreso y de desarrollo positivo durante los últimos años dentro del conjunto de la ciudadanía rusa. Elementos positivos que hayan hecho avanzar de alguna forma los modos colectivos de conducta de esta gigantesca población.

Es que se hacen querer muy poco la verdad. Mientras el Régimen de Putin y sus corifeos bocachanclas -más o menos vergonzantes- nos acusan de rusofobia y de rusófobos, lo cierto es que los rusos siguen sin dar demasiados gestos públicos de rechazo a la guerra imperialista en Ucrania. Con los opositores políticos en prisión, un gran número de intelectuales exiliados, y con el casi absoluto silencio de sus medios de comunicación, la Dictadura ofrece una visión unilateral y monolítica de la opinión pública moscovita. Parece como -si de un solo hombre se tratara- la ciudadanía rusa esté apoyando esta agresión de forma unánime y rotunda. Sin embargo, existen demasiados datos que nos indican -de manera inconexa- que ello puede no estar siendo así.

Por ejemplo, la necesidad de soldados que la Federación Rusa tiene en Ucrania y la correlativa imposibilidad política de llevar a cabo una segunda movilización: el reclutamiento forzoso en estos momentos no sería popular ni entre los jóvenes rusos ni entre sus familias. Del mismo modo, el agravamiento de las penas en el Código Penal relativas a los insultos al Ejército y al Estado y a la evasión de los deberes militares, nos dice que existe un número creciente de personas renuentes a apoyar la guerra o a entrar en filas. El constante goteo de periodistas, artistas e intelectuales, obligados a emigrar a Occidente ante el irrespirable ambiente político impuesto por el Régimen. Los gestos de algunos deportistas y algún manifiesto aquí o allá. Los crecientes atentados de fantasmales grupos armados de resistencia contraria a Putin. En fin, una sociedad enorme y diversa que encuentra constantemente constreñida por un Régimen férreo que limita sus libertades y que impone un relato nacional chovinista y disparatado.

La percepción que los rusos tienen de la guerra es muy pequeña, y ello por la fuerza de la enormidad de su propia población. Supongamos que en Ucrania estén sirviendo unos trescientos mil soldados: eso hace un porcentaje de dos de cada mil rusos colaborando directamente en la invasión. Así, la repercusión directa de la Guerra -salvo en aquellos lejanísimos territorios orientales que constituyen la base humana de la recluta- es, por fuerza, muy limitada. El ciudadano ruso medio se encuentra muy alejado del drama que se vive en Ucrania. Incluso a pesar de las exhortaciones de su cúpula dirigente en orden a lograr su implicación en ese sentimiento de indignación patriótica que se preocupa en promover. Los rusos parecen vivir de espaldas -si bien radical y conscientemente desinformados- a esta gran cruzada de supervivencia de la Gran Rusia que constituye la versión oficial de esta agresión.

Y así, contemplamos diariamente la nula reacción social a tanto saqueo, secuestro, violación, robo y asesinato perpetrado frente al pueblo ucraniano. Y esperamos pacientes y esperanzados el inicio de una lucha popular en pro de los derechos y libertades de esa Rusia occidental y renovada que anhelamos.

Pedro Peregrino - Calle la provincia 5. Burgos. 09128
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