LA PERVERSA TRAICIÓN DE DONALD TRUMP

20.02.2025

La traición a Ucrania se está consumando en Arabia Saudita. Un mundo al revés consagrando en este surrealista proceso de negociación con la Federación Rusa. La dura realidad es tan inesperadamente sucia que nos ha pillado a todos por sorpresa. Donald Trump intenta descolocar políticamente a Europa pero, desde un punto de vista moral, esto no nos debe importar. Vamos a deletrear a este gañán -despacito y letra a letra- los conceptos fundamentales que han rodeado, hasta esta misma fecha, la cuestión ucraniana. Vamos a deletrear despacio los términos de nación agredida y de nación agresora; de democracia y de militarismo expansionista; de soberanía nacional y de integridad territorial; de razón del Derecho y de razón de la fuerza; de respeto a la dignidad de los Caídos por una causa noble y de admiración por sus ejemplos de compromiso y sacrificio. Vamos a seguir deletreándole todas estas cosas y muchas más.

Porque Donald Trump -por decreto- no va a convertir en bueno a Putin ni en malo a Zelenski. Tampoco va a hacer ética y correcta la negociación sobre el territorio de un país europeo sin contar con sus ciudadanos, ni el reparto de sus recursos naturales a los solos efectos del negocio norteamericano. Somos firmes en nuestras creencias e inmutables en nuestros valores. Estar con Ucrania es estar con la dignidad: es estar con la valentía férrea de una nación libre frente al imperialismo despiadado. Es defender nuestros principios frente a Rusia, Irán, China, Corea del Norte, Hamás y la nueva Administración de Norteamérica.

Donald Trump pide una mayor inversión en el armamento de los países europeos. No puedo estar -hace muchos años- más de acuerdo con él. No obstante, resulta contradictorio que, de un lado, se nos pida más inversión en nuestra industria armamentística y, de otro, se pretenda negar la circunstancia de ser, precisamente, el peligro imperialista ruso el que motiva este incremento de gasto militar. Con una más que evidente chulería, el Vicepresidente Vance afirma, en nuestra propia cara, que el enemigo está dentro de las democracias europeas y no fuera. Eso ya lo sabíamos. El modelo político, el social, el migratorio, el bancario... todos ellos son nuestros enemigos de dentro. Pero es mezclar churras con merinas. Porque una cosa es la transformación profunda que, en el interior de nuestras sociedades, deben realizar todos los países europeos y otra, muy distinta, es la efectiva amenaza que supone la Federación Rusa.

Rusia ha confirmado, con la invasión de Ucrania de 2.022 y la anterior de 2.014, la realidad de su militarismo expansionista y la espantosa certeza de un enfrentamiento general europeo a medio o corto plazo. Rusia no es una nación más dentro del concierto común de las naciones: se trata de una dictadura nuclear entre cuyos fines estratégicos se encuentra la constante expansión militar hacia Occidente. Lo que han hecho los rusos en Ucrania nos ha venido a demostrar -entre otras muchas cosas- que Putin desarrolla su fuerza bruta al margen de toda convención jurídica internacional, y siempre que el momento le parezca adecuado. Por esta agresión, Putin va a ser premiado por la Administración Trump quien -de manera bochornosa- ha asumido los siempre peculiares puntos de vista de la de la política exterior moscovita. El mundo al revés.

Resulta que el Presidente de los Estados Unidos se siente más cómodo charlando con Putin -durante hora y media- que con cualquiera de nuestros Presidentes Europeos. Por obra y gracia de este impresentable, Putin intenta ser rehabilitado frente a la comunidad internacional. Y yo pienso en los más de cincuenta mil muertos de Ucrania. En aquellas familias y pueblos destrozados y en aquella economía desarbolada. Pienso en aquellos Caídos por la Libertad de todos nosotros -de todos y cada uno de nosotros: incluso de la de Donald Trump- y en el sufrimiento de una nación martirizada. Y pienso en la luz al final del camino que podrán ver, pasado el tiempo y sin ninguna duda, todos los hombres libres. Europa camina hacia una guerra de imprevisibles consecuencias: como ha caminado siempre que se han tolerado los excesos militares de las dictaduras y como siempre que se ha mirado para otro lado en la defensa de la integridad de los pueblos pequeños frente al imperialismo. Entonces, recordaremos una vez más la valentía de Ucrania desde 2.014 pero, una vez más en nuestra Historia, será tarde.






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