LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL ES IGNORANTE Y MENTIROSA
No suelo vivir pendiente de los últimos avances de la tecnología pero, al final y por una cosa o por otra, siempre acabo topándome con alguno. Eso me ha pasado con la ya famosa Inteligencia Artificial de OpenAI: el Chat GPT. Lo estoy usando y, de verdad, no dejo de reírme. Porque si este es el futuro que espera a la Humanidad, no deja de parecerme tragicómico aunque -según lo visto- el asunto tenga ribetes de terror.
La gracia en la actualidad de la AI no es preguntar por lo que no sabes sino -dónde va a parar- por lo que sí que sabes. Y cuanto más profundamente conozcas del asunto determinado del que consultas mejor. Me he pasado dos horas preguntándole al Chat GPT cuestiones muy conocidas por mí, y los resultados han sido asombrosos. Aproximadamente un 90% de las respuestas que obtuve en asuntos muy varíados -desde la Semana Santa de Cuenca a la Guerra Civil y desde la biografía de varios escritores a alguna que otra cuestión poética o cinematográfica- no sólo eran absurdos o falsos sino -y eso es lo peor- intelectualmente insolventes. Va a ser necesario avisar a todos los usuarios de este chisme de hecho de que la AI es inculta y mentirosa. Me resulta aterrador pensar que mucha gente acepte a pies juntillas lo que la AI le cuenta: más que nada porque sus contenidos son falsos cuando no profundamente erróneos. Por si el peligro no era todavía pequeño, el Chat GTP viene a agravarlo en lo que tiene de formación simplista y desinformada de la opinión de la ciudadania.
El Chat me mentía -con todo descaro- ofreciéndome datos equivocados -tengo la sensación que inventados- acerca de las Cofradías de la Semana Santa de Cuenca y de sus imágenes, además de recomendarme hoteles de esa Ciudad cerrados hace más de cinco décadas. El Chat GTP me da una descripción rematadamente falsa sobre la figura de Rafael García Serrano -del que afirma sin inmutarse haber sido uno de los fundadores de ABC- o de la pertenencia errónea de tal o cual ámbito geográfico a la España Republicana. Me pasaría horas relatando todas las barbaridades que pude leer del dichoso aparato.
Cada frase -cada párrafo- era un insulto a mi inteligencia con la sensación -que no podía quitarme de encima- de estar perdiendo el tiempo. Porque si esto es lo que dice de las cosas que yo conozco, no entiendo la razón por la que vaya a fíarme precisamente de las cosas que me cuente y que yo no sepa.
Supongo que este artefacto infernal está en sus orígenes, y que estos evidentes defectos podrán ser corregidos en un tiempo razonable. Sin embargo, el núcleo central del problema no creo que sea tan fácil de solucionar: la AI funciona a través de datos que introducen personas reales de carne y hueso. De esta forma, los contenidos vomitados por el aparato dependen -en último término- de la voluntad y preferencia de sus programadores. El sueño perfecto de toda dictadura está ya entre nosotros, porque los conocimientos y las opiniones de los ciudadanos pueden ser perfectamente controlados por una visión unilateral de las ideas y de la Historia.
Estamos ante una auténtica revolución a todos los niveles pero, ahora más que nunca, es preciso ser rigurosos y cautos. Y no olvidar -por supuesto- que las opiniones, las lecturas, las preferencias y la sensibilidad de cada uno de nosotros depende, precisamente, de nuestra propia capacidad para formarnos a través de actuaciones que, a lo largo de nuestra vida, tan sólo dependen de nosotros mismos. El Cine, la lectura, las opiniones, las ideas y nuestros hábitos -positivos y negativos- nacen de lo que vemos y de lo que leemos y de lo que sentimos. El día que el Chat GTP nos indique .-con más o menos sutileza- lo que debemos leer, pensar o sentir, habremos llegado al fin de nuestra civilización. Lo malo es que hay demasiada gente que, tanto por activa como por pasiva, parece estar en ello.
En momentos de crisis y de cambio social, los factores de progreso siempre han solido ser tanto la vanguardia cultural como el más elevado nivel de reflexión de los ciudadanos. Toda transformación política efectiva va acompañada de nuevas ideas sociales, filosóficas y culturales. Por esta razón, cuanto más confusas y más traumáticas parezcan ser las cosas, más debemos leer y más debemos profundizar en nuestros propios elementos culturales. Es la hora de la crítica: del replanteamiento de las viejas ideas y de la formulación de las nuevas. Es la hora del pensamiento crítico. Y me temo que esto no va a venir de una más que discutible revolución tecnológica que no vaya acompañada -de manera constante y adecuada- de unos criterios profundamente éticos y honestos. La información dada por la AI debe ser verdadera, imparcial y -en el mejor sentido- educativa.
Mientras tanto, voy a seguir leyendo y voy a seguir reflexionando. Y no me voy a creer casi nada del Chat GTP: Por ahora, sigue siendo preferible nuestra vieja y fíable biblioteca en papel y de tapa dura o blanda.