LA EMIGRACIÓN UCRANIANA

03.11.2023

Hemos escrito mucho sobre los combatientes. Aquellos soldados ucranianos que, a lo largo de la línea del frente, están defendiendo la soberanía de su país sobre el terreno. Desde el primer día de la agresión, ellos nos han dado un ejemplo de abnegación y de sacrificio: de esa clase de valor castrense que, desde la comodidad de nuestros mullidos sillones europeos, contemplamos con asombro y con admiración. Son ellos -desde luego no somos nosotros- los que están rescatando para Europa las virtudes que nos hicieron grandes. Compañerismo y lucha sin tregua y saber comerse el propio miedo y tener plena conciencia de que, por encima de tus derechos ciudadanos, existen unos valores superiores que, en un momento dado, hemos de defender hasta el final. Nos han mostrado -en definitiva- que la libertad no se regala y que, en momentos trascendentales, hay que protegerla con las armas en la mano y hasta sus últimas consecuencias,

Sin embargo, hemos hablado poco de un colectivo de ciudadanos ucranianos que, desde el primer día de la guerra, están movilizados -en cuerpo y alma- en defensa de su nación amenazada. Y no sólo desde esta segunda invasión sino -y esto es lo que les hace grandes y valerosos- desde que, a raíz de la Revolución de Maidán, comenzaron las intervenciones militares rusas sobre Ucrania. Se trata de los ciudadanos ucranianos que residen fuera de Ucrania: varios miles de personas que, a lo largo y ancho del mundo, se han esforzado en forjar el relato de una nación valiente y antigua que resiste a los invasores y que hace valer sus viejos derechos ante la enorme fuerza de su poderosísimo enemigo. La emigración ucraniana. Personas que no han descansado en las colectas de fondos, en el envío a Ucrania de material sanitario, en la acogida de los refugiados y en el seguimiento de sus problemas cotidianos, en brindar información a nuestros responsables políticos sobre las posibles acciones a seguir, y en cualquier cosa que, por peregrina o sencilla que pueda parecer, pueda ayudar a su país en la resistencia al invasor.

Personas valientes para las que la distancia es un dolor constante. Personas íntegras que conocen el valor del noble patriotismo y de aquellos conceptos -pocos pero claros- que merecen ser defendidos y ensalzados. Estas personas que, desde aquel lejano 2.014, nos han enseñado cómo se lucha por la Patria sin falsa grandilocuencia y sin nociones huecas, y cómo se defiende una idea de forma digna y honorable. Tengo muy buenos amigos ucranianos. Comprendo plenamente el daño que produce la separación y la ansiedad con la que se han envuelto cada uno de sus días. Personas que -enseñándome a mí mucho más de lo que yo haya podido enseñarles a ellos- sueñan con el retorno a una nación entera y soberana y libre de sus enemigos.

Es esta emigración -son estos amigos- los que nos enseñaron la esencia de la Patria ucraniana y la historia de su lucha nacional. Son las personas que nos mostraron -con dedicación y paciencia- los entresijos de la política ucraniana y las supremas razones de su independencia: aquellos que nos avisaron por primera vez del peligro de la política exterior del Régimen de Putin.

El heroísmo ucraniano desarrollado en las trincheras o en las ciudades bombardeadas no debe hacernos olvidar el heroísmo de la emigración. La silenciosa valentía de los que sufren la separación y el miedo muy lejos de aquellos hogares que defienden. Ellos mantienen en alto la bandera -con el mismo valor de los que la alzaron sobre la factoría de Mariupol o sobre las ruinas de Bajmut- y nos recuerdan diariamente el sufrimiento de un pueblo hermano cuya agonía parece no tener final. Ellos mantienen encendida la hoguera de la libertad ante tanta y tanta cobardía y ante tanta y tanta miseria moral. Ellos también mantienen vivo este combate que se está luchando en nombre y por la libertad de todos ante un enemigo que también es el nuestro.

La guerra pasará y las heridas serán cicatrizadas en cuerpo y alma. Cuando toda esta pesadilla termine, comenzará la leyenda sobre estas generaciones de ucranianos. Serán flor de relato ante la chimenea y se escribirán miles de páginas acerca de sus gestas y de sus avatares y acerca de estos tiempos turbulentos. Se escribirá y se hablará sobre todo esto: desde un punto de vista militar, político y humano. Será entonces cuando, desde la perspectiva de la Historia con mayúsculas, advertiremos la enorme grandeza de las personas que lucharon en esta guerra fuera de su país y fuera de la línea de fuego: de las personas que -junto con los luchadores del interior- habrán hecho posible el milagro.    

Pedro Peregrino - Calle la provincia 5. Burgos. 09128
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