JUAN LUIS CANO Y SU "ARRIBA ESPAÑA"
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Ha anunciado Juan Luis Cano que su programa de radio mañanero ARRIBA ESPAÑA dejará de emitirse el próximo mes de Julio. Lo siento muchísimo porque, enfangado en las muy pesadas contingencias del tráfico de Madrid a esas horas, es muy divertido escuchar la inteligentísima mezcla de sentido del humor, elementos culturales y contenidos estrictamente informativos desarrollados en el espacio durante varias horas. Juan Luis Cano y su maravillosa capacidad de hacernos sonreir cada mañana.
A mí me gusta mucho el programa y no me ha importado en absoluto que lo hayan titulado ARRIBA ESPAÑA. Al parecer, esto no ha gustado demasiado en nuestros sectores más conservadores que, apegados al rito, se han quejado de su utilización por el programa. Incluso se ha llegado a hablar, por ahora sin mayor peso que el de una leyenda urbana, de alguna clase de acción judicial interpuesta por una de las organizaciones falangistas frente al mismo, contra su Director y contra la Cadena M80. Y la verdad es que sorprendería una visión tan patrimonial y exclusivista de este grito. Sobre todo si tenemos en cuenta lo que pasó con la expresión.
Como tantas y tantas cosas que nos fueron propias, este grito fundacional -esta exclamación rotunda de Arriba España- también nos fue robado y prostituído por la Dictadura. Por obra y gracia del llamado Régimen del 18 de Julio, la expresión dejó de evocar la necesidad de una Revolución o la consigna de una Patria de todos y para todos. Lejos de ello, se convirtió en un latiguillo formulario a la hora de terminar la pomposa redacción de cualquier documento oficial o a la de dar por concluído un acto público de rancio y odioso contenido. Tiene el grito robado un cierto sabor a Auxilio Social, a colas de vencidos esperando una sopa aguada, a las batas grises de los niños de inclusa o a los recargados uniformes oscuros de los jerarcas del Partido Unico.
Aquello ya no sonaba a mangas remangadas o a coraje: había dejado de pertenecer a los heraldos de una Patria nueva y justa y a los locos valientes que, siempre pocos y siempre felices, se habían ido dejando la piel sobre la tierra ingrata y el polvo seco de una España que nunca les había querido. Aquello ya no sonaba a amor ni a redención ni a sacrificio. Y aunque reconozco que, para al común de los españoles, la identificación del grito con Franco y con la Dictadura es plena y total, a mí me sigue emocionando al evocar los sucios y desconchados paredones, las esquinas y las proclamas, las cárceles y las torturas, las emociones profundas y sinceras de una generación y de una idea aniquilada y traicionada entre balas, escupitajos y rencor. A mí me sigue emocionando saber lo que para nosotros significa y el sentido de trascendencia de una Revolución.
Juan Luis Cano ha tomado ese grito y lo ha rescatado, para la audiencia de M80, del significado costroso y desolador que tienen las cosas robadas. Ha recobrado el rito y lo ha situado delante de aquellas sensaciones que nunca debió dejar de abanderar. Arriba España como símbolo optimista y alegre de una España que madruga y que trabaja y que comienza el día adornando su rostro con una sonrisa y su corazón con un poquito de esperanza. Arriba España como crítica feroz e inteligente a los manejos de unos pocos y a las turbias maniobras de una clase política anticuada y estéril. Arriba España como bandera del hombre de la calle y de la buena gente que merece reir, y llorar, y emocionarse y enfadarse cuando toca. Arriba España como sentido del humor cada mañana y como vínculo a sensaciones positivas y elevadas.
Yo creo que, en este sentido inesperado dado por Juan Luis Cano a la expresión, ésta está mucho más cerca de aquello que simbolizaba y proclamaba antes de que, siempre esta triste historia que nos lastra con el peso de un dolor sin remedio, nos fuera arrebatada y convertida en la fanfarria altisonante de los conceptos huecos, de la suplantación cobarde y del miedo. Se termina el programa en este próximo mes de Julio y dejaremos de escuchar, todos los días, nuestro grito rejuvenecido y sonriente. No ha estado nada mal.