EXISTEN RESPONSABLES DE ESTO

Publicado en el Núm. 141 (ÉPOCA II) de "La Gaceta Escurialense".
Este verano será siempre recordado como el verano de la crisis. Y es que la negra tormenta de la recesión está azotando nuestras maltrechas economías domésticas. Sorprende que, hasta hace relativamente poco, desde el Gobierno de la Nación no se aceptara el hecho. Todos recordamos a Zapatero El Magnífico negándose a pronunciar públicamente la palabra crisis. A aceptar, de manera pública y expresa, la existencia de gravísimos problemas en el seno de la sociedad española. Y es que la deuda financiera de las familias españolas -si consideramos como tal la que las que contraemos con nuestros amigos los Bancos a través de préstamos, créditos y demás cuentas pendientes- alcanzó al final del primer trimestre un nuevo máximo histórico al situarse en los 945.712 millones de Euros: un 9,4% por encima de la cifra registrada en el mismo período del año anterior. No creáis que tengo enormes conocimientos macroeconómicos, y que cito estos datos de carrerilla. Los he tomado de las noticias aparecidas en distintos Medios de Comunicación, que reproducen los datos hechos públicos por el Banco de España. En función de las circunstancias expuestas, resulta que la deuda equivale al 90% del Producto Interior Bruto (PIB) español, que ascendía a cierre de 2007 a 1,05 billones de euros.
También se nos dice que son los préstamos a largo plazo la principal carga. Este tipo de cargas domésticas sumaban más de la insignificancia de 850.027 millones de Euros. Se publica que, entre Marzo de 2007 y Marzo de 2008, la cuantía de estos créditos se ha incrementado en la suma de 81.057 millones de Euros, es decir, un 10,54% más que el año pasado. Por su parte, y también para no quedarse atrás, los préstamos a corto plazo aumentaron más de 2.500 millones de Euros. En cuanto a la riqueza financiera de las familias, los activos que están en manos de los hogares -nuestro dinero: efectivo, acciones, fondos o seguros- sumaban al término del primer trimestre 1,80 billones de Euros. Eso significa la cantidad 64.331 millones de Euros menos que en el mismo período de 2007. Espeluznante. Glub... cómo se decía -se dice- en los tebeos. Somos más pobres que hace un año, y sigue -imparable- esta tendencia económica que afecta a los bolsillos familiares españolas. Circunstancia vital de extremada importancia para todos nosotros. Sin embargo, lo que a mí, particularmente, me resulta todavía más extraña es la suicida persistencia del ciudadano europeo en la pervivencia de nuestro sistema económico y financiero. Porque este montaje -por mucho que se esfuercen sus máximos y desvergonzados defensores- no funciona. Porque este aparato económico tan sólo está sirviendo para que unos pocos -cada vez menos- alcancen astronómicos -e inmorales- beneficios constantes, mientras que otros -cada vez más- tan sólo viven y trabajan para seguir endeudándose de forma constante, continuada y, lógicamente, metódica. Y eso sin hablar de las crecientes bolsas de pobreza. Ciudadanos que, ni tan siquiera, tienen la suerte de poder endeudarse. Sea como sea, la conclusión es clara y manifiesta: unos pocos ganan y todos los demás perdemos. Y tan contentos. Seguimos sosteniendo este estado de cosas sin ningún tipo de duda o resistencia, considerando nuestro endeudamiento financiero como algo inevitable. Como una plaga bíblica que, en forma alguna, podrá cesar de forma feliz.
Lo que ocurre es que todo este engranaje puede desmontarse. Y ese el mensaje que debería llegar a los hogares españoles -a los hogares europeos- en estos momentos precisos de crisis económica. El mensaje de que estos periódicos cataclismos financieros tienen un claro responsable: el sistema bancario internacional. El mensaje de que el remedio de esta crisis no está en la adopción de unas medidas de parcheo, sino en la transformación integral de esta sociedad capitalista en una sociedad más justa y solidaria... ¿os imagináis un enfermo que supiera dónde está el origen de su mal y no hiciera nada para remediarlo? Eso es lo que está ocurriendo, de manera asombrosa, en el mundo occidental. Todos sabemos que la Banca -el sistema crediticio- es la causa del lastre de las economías domésticas y empresariales. Los elevadísimos costes de un préstamo pesan sobre nuestros bolsillos como una losa. Una losa que podría levantarse por medio de enérgicas medidas económicas que, irremediablemente, deben pasar por la desaparición de las actuales entidades bancarias y de su sistema de trabajo. La famosa nacionalización que nosotros, los falangistas, llevamos propugnando desde 1.933. La desaparición del tinglado. Una sola Banca -la llamada Banca Sindical- dedicada a prestar dinero a precios asequibles y reinvirtiendo sus beneficios en inversiones sociales que afecten, de manera directa, a los propios miembros del Sindicato. Una Banca de todos frente a la actual Banca de unos pocos. Y eso sólo para empezar. Porque las medidas a adoptar para lograr una Sociedad más justa no habrían hecho más que empezar. Pero esta es otra historia. Por ahora debemos conformarnos con la exposición de los fríos datos anteriores y por sobrevivir -como podamos- a esta enésima crisis capitalista que la mayoría considera inevitable. Allá vosotros. Mucha gente -cada vez más- está luchando, desde sus distintas parcelas sociales o profesionales, por cambiar las cosas.