ESA ESPAÑA OLÍMPICA QUE NO EXISTE

07.10.2009

Publicado en el Núm. 194 (ÉPOCA II) de "La Gaceta Escurialense".

El sueño olímpico de España se ha desvanecido en Copenhague el pasado Viernes. Todos asistíamos -expectantes- a esa espectacular lotería organizada por el Comité Olímpico Internacional. A lo largo de la tarde, fueron eliminándose Ciudades -una tras otra- hasta quedar sólo Madrid -nuestra Madrid- y Río de Janeiro. El optimismo se desbordó. Estaba claro que Madrid iba a ganar. Estaba claro que nuestras infraestructuras, nuestras inagotables capacidades hoteleras, nuestro sol y nuestra alegría -se escucharon esa tarde comentarios sobre España dignos de la más férrea etapa de Manuel Fraga al frente del Ministerio de Información y Turismo- iban a desbancar a Río -al parecer la Ciudad más triste, gris y aburrida del mundo al decir de nuestros comentaristas- para la organización de las Olímpiadas 2.016. Madrid sin duda. De Madrid al Cielo. Sin embargo, el sobre se abrió... and the Oscar goes to.. ¡¡¡RÍO DE JANEIRO!!!

Jarro de agua fría sobre nuestros anhelos olímpicos. Otra desilusión más a sumar en el debe del pobre y sufrido ciudadano español. Nuestras Olimpíadas estaban tan muertas como nuestro modelo económico. Y es que las expectativas de Madrid como sede olímpica estaban -de golpe- tan acabadas como lo está un sistema económico basado en el crédito fácil y en la construcción a gogó de Viviendas que ya nadie compra. Por eso resultaba tan extraña la campaña de Madrid 2.016. Porque mostraba al mundo un país próspero, organizado y en constante crecimiento económico. Una Nación que -feliz y confíada- navegaba entre la recesión universal sin más incidencias que las derivadas de la contención del propio optimismo. Viendo los distintos vídeos de la Madrid Olímpica, uno no podía dejar de pensar en aquel acontecimiento planetario anunciado misteriosamente por Leire Pajín en la campaña de las últimas Elecciones Europeas. Buen rollo y espíritu olímpico. Crecimiento económico y desarrollo industrial imparable.

Frente a esta España falsa -la llamada España Real, con una muy malidicente erre mayúscula- existe la España cotidiana... la de todos los días. Esa España real que -sin la malévola erre mayúscula- está luchando diariamente no sólo por su propia supervivencia económica, sino por su simple existencia como Nación organizada y unida en su pasado, presente y futuro. La España que existe frente a la España que no existe. Porque, en esta España cuasiolímpica que no ha podido ser, el panorama no puede ser más desolador. Las cifras económicas no dejan demasiado margen a la tan tópicamente aireada alegría española. Los falangistas dudamos que nuestro sol, nuestro mar y nuestra música -España de cartel turístico franquista- consigan ocultar ese 20,2% de desempleo anunciado por el Fondo Monetario Internacional para España en el 2.010. Un ejemplo espeluznante de esta realpolitik a la española: el mismo día que todos cruzábamos los dedos ante el bombo de las bolas olímpicas, nuestro Ministerio de Trabajo anunciaba la existencia declarada de ochenta mil trescientos parados más. Lo dicho... la España Real.

El panorama madrileño no resulta mucho más alentador. Tanto que -de hecho- muy a duras penas se comprende este constantemente reiterado anhelo olimpista. En el Madrid de Gallardón, los aros olímpicos podrían convertirse fácilmente en dogales que lastren, todavía más, la muy maltrecha economía municipal. Madrid cierra el Ejercicio 2.008 no sólo con un déficit de mil doscientos millones de Euros, sino con la negativa a una nueva autorización de endeudamiento por parte del Ministerio de Economía y Hacienda. Se dice que la deuda global de Madrid excede ya de los ocho mil millones de Euros. Nada más y nada menos que doce veces más que lo que suponía en el año 2.003, cuando Gallardón accedió a la Alcaldía. Estos datos nos llevan -inevitablemente- al asombro... ¿no son las Olimpíadas una huída hacia adelante de la Administración Gallardón? ¿estaban las maltrechas arcas municipales en condiciones de organizar tan monumental -y carísimo- sarao? ¿quién iba a pagar esta Fiesta del Deporte Universal? ¿los impuestos de los madrileños? ¿los fondos de un país sin ingresos y económicamente colapsado?

Muchos no se han complicado demasiado, y culpan de este desaguisado olímpico a la condición de gafe de Zapatero. Preguntan la razón por la cual tuvo que estar ese día en Copenhague. Quien no se consuela es porque no quiere, y aunque nuestro carácter racional se impone sobre este tipo de consideraciones ocultistas yo, por si acaso, voy a tocar madera y a rozar el cuello de mi camisa con los dedos índice y meñique a la vez. Y es que fuerzas oscuras y sobrenaturales se han conjuntado contra España para evitar nuestro desarrollo económico. Lo de siempre... la pérfida Albión y la conjura judeo-masónica. Aunque ahora el enemigo haya tenido la más que agradable apariencia de una maravillosa -y mítica- garota brasileña. Un Brasil real y en expansión económica frente a una España que sólo existe en la imaginación de unos pocos. O tal vez -y ni tan siquiera- ya ni en eso.

Pedro Peregrino - Calle la provincia 5. Burgos. 09128
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