EL REY NO HA MUERTO... ¡¡¡VIVA EL REY!!!
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Desde que el mundo es mundo, las reglas del juego han sido siempre las mismas. Se trata de coronar a un Rey para que reine hasta que muera. Y cuando muere, es coronado un descendiente suyo para que -a su vez y en infinito y monárquico bucle- reine hasta el final de sus días. Cuando esto no sucede así, cuando un Rey no muere coronado y abdica, es porque algo no ha funcionado bien. Hoy se hace evidente, otra vez, que en España hay muchas cosas que no funcionan bien. Y eso que se pretende dar a la abdicación real un tono de cierta normalidad institucional que, desde luego, dista mucho de tener. El Rey se marcha -entre otras muchas cosas que ya sabemos hoy o que ya sabremos mañana- porque este tinglado no funciona.
No está el horno para bollos dinásticos en esta paradisíaca Alemania del Sur. Millones de desempleados, miles de desahucios, una banca inmoral rescatada, desintegración territorial, una clase política desprestigiada, varias generaciones pagando nuestra deuda pública y un tejido industrial deshecho. Agotada España de la recesión y de la pobreza, navegando entre las olas de una crisis que nos ha desarbolado a todos. La Monarquía ya no sirve -si alguna vez sirvió- para garantizar nuestra estabilidad. La abdicación del Rey no es sino un reflejo más de la agonía de un modelo político agotado.
España se abre inesperadamente -este 2 de Junio de 2.014- a una oportunidad histórica. La salida de Juan Carlos I -el símbolo por excelencia de la España de los viejos esquemas- podría desembocar en esa Segunda Transición que tantos y tantos ciudadanos españoles estamos propugnando. La apertura de un proceso político que -respecto al futuro de la Monarquía en España- gire en torno a dos pilares esenciales. De un lado, la articulación de una consulta ciudadana vinculante sobre nuestra forma de Estado. De otra, la exigencia incuestionable de responsabilidad política y penal al Monarca saliente. A través de esta doble vía, podría comenzar el proceso político que desemboque en nuevas fórmulas nacionales de convivencia.
Es la oportunidad de debatir profundamente nuestra forma de Estado: de discutir sobre la Monarquía. Podría ser el momento idóneo para consultar a nuestros ciudadanos sobre si quieren vivir su vida dentro de una Monarquía o de una República. Un debate público, profundo y reposado sobre esta cuestión de naturaleza esencial para nuestro futuro que, visto lo visto al tiempo de estar escribiendo estas líneas, se está pretendiendo escamotear a nuestro pueblo. Se está tramando una sucesión dinástica organizada a toda prisa, y absolutamente alejada de cualquier idea de supervisión y de decisión ciudadana: una pirueta cortesana que pretende perpetuar la Monarquia frente a un creciente clamor público netamente republicano. El Rey no ha muerto y, sin embargo... viva el Rey.
Es la oportunidad de demostrar una total transparencia en el control democrático de los poderes públicos. Investigar exhaustivamente el aspecto patrimonial de estos treinta y nueve años de reinado borbón. Auditar cada euro que haya engrosado las arcas personales de Juan Carlos I y hacer públicas las conclusiones de esta investigación. Una auditoría que nos informe no sólo sobre el monto total de la fortuna regia, amasada durante todo este tiempo, sino sobre el origen de cada uno de sus conceptos. Y castigar duramente -con todo el rigor de la Ley- al ciudadano Juan Carlos de Borbón si queda formalmente acreditada la utilización de su cargo público en beneficio propio.
Ha abdicado Juan Carlos I. Y no nos vale el tradicional tanta paz te lleves como nos dejas, porque Juan Carlos no nos deja una España en paz ni una sociedad confíada. Se marcha el Rey de un barco que tiene abiertas varias vías de agua, y se marcha a disfrutar de un retiro de oro. Cambiar a un Rey por otro como intento de parchear este Sistema moribundo. Una ciudadanía participativa y consciente debe oponerse a ello.
Debemos oponernos a una sucesión monárquica automática y no acordada -ni consentida- por el pueblo español. Debemos rechazar la incuestionable impunidad de la Casa Real en orden al control de sus diversos negocios privados. Y debemos postular la apertura de nuevos espacios democráticos dentro de un nuevo tiempo político. Estuvimos contra Juan Carlos I como estaremos contra Felipe VI. Estaremos frente a la Monarquía propugnando una Tercera República para España. Hoy, día 2 de Junio de 2.014, acaso estemos más cerca de la República que ayer... ¿es viable la España de Felipe VI? Muchos entendemos que no.