EL PICO DE RUBIALES Y LOS CARETOS INDIGNADOS.
No sé a vosotros pero -personalmente a mí- me esta produciendo una tremenda repugnancia el llamado affaire Rubiales: una mezcla muy bien batida de asco y de estupefacción. No sé si habéis reparado en el hecho de que los sujetos que, desde una falsa superioridad moral, se están ocupando de linchar a Rubiales son los que -de manera simultánea- están entregando el Gobierno del Estado a toda esta caverna delincuencial con la que no se duda en alcanzar acuerdos. Escandalizados con el pico de Rubiales les da igual, al parecer, sentarse en una mesa con Puigdemont y Otegui para llegar a pactos basados en el dinero de todos nosotros: los mismos que ya han adjudicado grupo propio en las Cortes a Junts y a ERC y los mismos que quieren encaramarse cuatro años más en el poder para seguir aumentar la deuda pública, empobrecer a la clase obrera, entregar el Sahara a Marruecos y permitir que la Banca siga disfrutando de sus astronómicos beneficios. Ellos pactan y nosotros pagamos. Y es que se están ríendo de todos nosotros. Ya no es una cuestión de ideología -la ideología hace siglos que dejó de contar en este equilibrio de poderes- o de cualquier otra posición que podamos tener ante la vida. El asunto es mucho más sencillo que eso: se trata de resortes de poder y de instrumentos de dominación de clase. Se trata de hablar de tonterías para no hablar de lo fundamental. El pan y circo de toda la vida de Dios. Y qué mejor que el fútbol para eso: sea el masculino, el femenino o el binario.
Ahora estos, estas y estes nos salen con una muy celtibérica versión de me too futbolístico. Otra adaptación a la española de las sandeces que llegan desde Estados Unidos. Que Rubiales es impresentable es algo conocido y denunciado -por muchos de nosotros- mucho antes de este show. Nos pronunciamos en contra de la celebración del Mundial en una tiranía islámica que, precisamente, negaba los derechos plenos de la mujer en la sociedad; y pedíamos una investigación de los hechos -las negociaciones y demás- que habían culminado con la adjudicación en Quatar del Mundial de Fútbol. Nadie habla -al día de hoy- de los miles de trabajadores muertos en la construcción de los estadios en régimen de semiesclavitud o de los nulos avances democráticos que este evento deportivo ha traído a esa Teocracia Medieval. Nadie habla de cuánto dinero ha circulado -y sigue circulando- por todas estas Federaciones a raíz de este discutido Mundial. Y eso, sin hablar de las relaciones peligrosas del Presidente Rubiales con la empresa de Gerard Piqué y demás escándalos que, aquí y allá, han ido jalonando el mandato de este señor tan peculiar al frente de la Real Federación Española de Fútbol.
Pero estos a lo suyo. Ahora el problema parece estar en el autoaferramiento de la egg bag de Rubiales delante de la Reina Letizia con z y en el beso que este ilustre calvo ha dado -en todo el morro y con todo el morro- a la jugadora Jenni Hermoso. Han saltado todos, todas y todes como fieras, fieros y fieres: machista, fascista, violento, machirulo y heteruzo. Todos esos epítetos y más caen frente al Presidente suspendido, frente a los que le defienden y -de paso- frente a esta sociedad furiosamente heteropatriarcal que sigue agarrotando a estas pobres jugadoras que han conseguido lo imposible rompiendo el techo de cristal ganando el Campeonato Mundial de Fútbol Femenino. Cuánta estulticia y cuántas páginas escritas y cuántos contenidos televisivos se han generado sobre esta chorrada del pico. Y mientras tanto, Pedro Sánchez negociando sin transparencia alguna con el prófugo Puigdmont, con el resto de separatas y con cualquiera que se ponga a tiro para seguir -cuatro años más- mintiéndonos a todos nosotros y haciéndonos cada día más pobres.
No tengáis ni pizca de miedo en expresar lo que sentís. El tema Rubiales es una soberana memez que cualquier Estado democrático hubiera corregido mediante una correcta aplicación normativa. Y punto. Lo que quieren no es el silencio del macho ibérico. Lo que quieren es el silencio de todos nosotros. El silencio y la alienación de los explotados. La callada aceptación de un modelo económico injusto y de un constante engaño político. La llamada lucha feminista no es más que una cortina de humo que nos distrae del verdadero objetivo que debe guiar a toda sociedad civilizada: progresar mediante la transformación de lo que no funciona.
Este modelo no funciona y, por esta misma razón y para defenderse, articula mecanismos de distracción social y de fragmentación de la lucha revolucionaria. En España, hace lustros que se ha conseguido una plena igualdad constitucional entre los sexos. Aquellas de vosotras que se vean discriminadas, vejadas o minusvaloradas en cualquier ámbito cuentan para corregir estas conductas ilícitas no sólo con los instrumentos legales poderosos de un Estado de Derecho -imperfecto pero en desarrollo- sino con la simpatía de todos nosotros en su justa protesta. Lo que resulta ilógico es el invento de luchas ficticias y de problemas inexistentes. Lo gracioso es que la misma Ministra inútil escandalizada por el beso de Rubiales es la responsable de la rebaja en la pena de 1.079 agresores sexuales y de 108 excarcelaciones de los mismos (cifras de Mayo de CGPJ y ahora serán aterradoramente más), o que la misma Ministra mentirosa que nos ha engañado con la reformita laboral del paro encubierto de los fijos discontínuos esté -día sí y día no- poniendo esos caretos de indignación en las ruedas de prensa. Estos personajes son -de verdad- el problema de España.
Por cierto -y por si alguien lo recuerda- felicidades a la Selección Nacional de Fútbol Femenino porque -¿os acordáis?- ellas han ganado el Mundial.