CON NOMBRE Y APELLIDOS
Publicado en el Núm. 113 (ÉPOCA II) de "La Gaceta Escurialense".

Como ya sabéis, se ha celebrado recientemente -los votos terminaron de ser computados tan sólo hace unos días- el Premio Anual NARANJA Y LIMÓN patrocinado por EL FARO DEL GUADARRAMA, ese periódico serrano de enorme difusión. Por medio del voto de los lectores, son elegidos personajes o entidades serranas que tengan calado popular, y en cuatro grandes apartados: Naranja Política, Naranja Sociedad, Naranja Deportes y Premio Limón. Yo sé que conocéis estos Premios, porque seguro que habéis participado, año tras año y por medio de vuestros votos, en el desarrollo de los mismos. Sin embargo, este año ha sido distinto. Porque como ya sabréis también muchos de vosotros, este año los falangistas hemos participado activamente en estas votaciones.
Vaya por delante mi felicitación -nuestra felicitación- más afectuosa a los ganadores de esta edición. En concreto, nuestro más fuerte abrazo a Concepción Vicente, Primera Teniente de Alcalde de El Escorial, flamante ganadora del Premio Naranja. Del mismo modo, cómo no felicitar a Aldeas Infantiles -ganadora del apartado Sociedad- a Ledesma -el famoso tragamillas- en el apartado Deporte, así como a Juan Aragoneses -socialista alpedreteño- que se lleva el limonazo en este año. El Año de la XXI Edición de este famoso evento serrano.
Y es que los falangistas tenemos un mucho de misioneros y un mucho también de moscas cojoneras. Jamás desaprovechamos ni una sola oportunidad de misionar ni, muchísimo menos, de tocar los mismísimos al personal, siempre que se presente una ocasión propicia para ello. Aquí se presentó esta ocasión. Ocurrió que, abierto el plazo de votaciones, comprobamos con satisfacción cómo éramos votados no sólo La Falange -como entidad serrana relevante en el año 2.007- sino también este Letrado que suscribe para el Premio de Naranja Política, así como el jinete falangista Rafael Ortiz -que es nada menos que el Subcampeón de la Comunidad de Madrid de Doma Clásica- para el apartado Deportes. Y como del dicho al hecho hay muy poco trecho, los falangistas decidimos seguir votando en el sentido mencionado, ya que lo consideramos muy buena oportunidad para, de un lado, misionar y, de otro, tocar -si bien muy sanamente- los mismísimos del equilibrio serrano de poder, irrumpiendo alegremente, en el panorama social serrano, este grupo de locos -maravillosos, egregios e irreductibles- que conforman el falangismo en nuestros pueblos.
Las reglas del concurso eran clarísimas. Podía votarse por cualquier medio de los indicados en el propio Faro (fax, mail, foro de participación en internet), con la única condición -públicamente expresada por el Medio- de no admitirse dos votos provenientes de una misma persona. Nada se indicaba acerca de una determinada prohibición de que los partidos políticos hiciesen campaña entre sus afiliados y simpatizantes o, ni muchísimos menos, cualquier indicación de contenido similar. Dentro de estas pautas, por lo demás comunes a cualquier concurso popular, comenzamos a votar por medio del foro internetero abierto, a estos solos efectos, por el Medio en su Página Web. Y aquí comenzó el asombroso periplo de nuestros votos.
Sencillamente... nuestros votos desaparecían. O, dicho en otras palabras, no aparecían en el foro público los votos que eran otorgados a mí o a La Falange. Y esto que, en un principio, se me indicaba como un simple chiste, pasó a ser una realidad palpable comprobada por mí mismo en infinidad de ocasiones. Quise hacer la prueba, rogando a mi propio cuñado que me votara en el foro desde su ordenador. Por supuesto, así lo hizo (familia obliga, gracias cuñado etecétecé), y pude constatar por mí mismo como un voto absolutamente inocente -en el sentido de emitirse desde un ordenador que, por lógica, no podía haber sido utilizado antes para lo mismo- no aparecía reflejado en la relación pública que, diariamente, aparecía en el citado foro internetero. Sencillamente, no estaba. Y lo mismo ocurrió -también personalmente constatado- cuando un conocido falangista sanlorentino emitió su voto estando yo delante, y también desde un ordenador limpio e inmaculado. Tampoco apareció su voto. Por tanto, pude comprobar directamente como eran ciertas estas afirmaciones. El Faro se comía nuestros votos con una tranquilidad pasmosa.
Ello nos hizo idear una maravillosa maldad: votar con nombre, apellidos y DNI. Individualizar, por medio de fax, los votos de muchísima gente que, perteniente a nuestro entorno familiar o político, quería dejar claro el sentido de nuestro voto. Y así, decenas y decenas de votos -debidamente individualizados- se me dieron a mí en Naranja Política, a La Falange en Sociedad, a Rafael Ortiz en Deportes y al Alcalde de Becerril, José Conesa, en el Limón. Y han sido muchos -muchísimos votos- en ese sentido.
Lo asombroso son los resultados. Pasando por alto una velada acusación de amenazas y presiones -anunciada de forma críptica en el propio Medio, y sin saber demasiado bien ni a quién ni a cómo se refería- las votaciones han terminado con el resultado de ciento nueve (109) votos para mí en el Premio Naranja Político -único personajillo serrano que aparece en este apartado carente de cualquier cargo público- CERO votos para La Falange en el apartado Sociedad, CERO para el bueno de Rafa Ortiz en el apartado Deportes y CERO para José Conesa en el Limón (a pesar de llevar contabilizados más de treinta limonazos a mediados de Enero). Es decir: uno más uno igual cero o, como dice nuestro Blog falangista, la revolución de las reglas aritméticas operada por este peculiar concurso. El Faro pasando por alto la voluntad de mucha- muchísima- gente que ha votado con nombre, apellidos y DNI y que, verdaderamente y con razón, está muy enfadada porque se siente estafada en la libre expresión de su voluntad.
Se nos dirá que nuestros votos estaban teleridigidos. Se nos dirá que provenían de una misma Entidad. Y se nos dirá ahora: no antes o durante las votaciones. Y ante eso, dos cosas: una, que si El Faro modificó las reglas del concurso lo hizo de manera privada, sin anunciarlo públicamente. Y otra, porque son los votantes -con nombre, apellidos y DNI- quienes tendrían que decir las razones de sus respectivos votos y a través de quién los han emitido. De todas formas, una buena noticia por encima de todas: los falangistas somos una realidad en la Sierra y, aunque asistimos diariamente a inmaduros y tontos esfuerzos por silenciar este evidente hecho político, existen circunstancias innegables que, sencillamente, saltan a la vista.